sobre la época.
Para mí, que tengo 13 años, el fútbol y más aún ir a la cancha, son las cosas que más me gustan. Lo prefiero más que a cualquier cosa. Cuando mi viejo me propone ir a la cancha, al principio siento un gran nerviosismo y a la vez una gran satisfacción por ir a ver al club de mis amores, Arsenal.
Arsenal es un club muy chico, del barrio de Sarandí, que está en la primera división del fútbol argentino. Yo me hice hincha porque mi abuelo tenía una fábrica por el barrio y mi viejo iba muy seguido a la cancha de Arsenal porque quedaba a unas pocas cuadras. Entonces cuando nací él me hizo de Arse. A la cancha voy con banderas, camisetas, y muchas otras cosas más.
Cuando subimos al auto con mi viejo ponemos la radio y nos vamos informando sobre otros resultados. Por cábala siempre hacemos el mismo camino. Cuanto más nos acercamos a la cancha más nervioso me pongo.
A veces llevamos a un amigo de mi papá que también es hincha de Arsenal. Estacionamos el auto en el estacionamiento del club y siempre está la misma persona para cuidarlo.
Sacamos las entradas (a veces no porque somos socios) y antes de entrar a la cancha compramos unos maníes en un puestito de la calle que vende un viejo.
Cuando entro a la cancha siento unos cosquilleos en la panza que no puedo describir. Generalmente, Arsenal no es un equipo de llevar mucha gente a su estadio porque, como había dicho antes, no es muy conocido.
Cuando salen los equipos siento el doble de nervios que tenía en el auto, pero también mucha alegría de poder verlos jugar. Durante el transcurso del partido, me cuenta mi papá, que según el resultado es como tengo la cara: si Arsenal va ganando la sonrisa es de oreja a oreja, pero si va perdiendo tengo muy mala cara.
Después del partido, con mi papá y con su amigo conversamos sobre cómo jugó el equipo y muchas otras cosas más que me interesan. Entonces llevamos al amigo de mi papá a su casa y al bajar del auto hace un grito que es habitual cuando vamos a la cancha: “Vamos el arse”, y con mi papá nos reímos. Después vamos a mi casa y comemos algo.
Todo esto que yo les cuento es lo que me pasa con el fútbol y más aún, con Arsenal. Lo que yo pienso es que hoy el fútbol es unos de las pocas cosas que les permiten a las personas tener sentimientos sobre algo. En un mundo en donde se vive vertiginosamente, en donde parar y disfrutar es un lujo que cada vez menos personas pueden darse, en donde la gente piensa más en sí mismo que en forma colectiva, el fútbol te une desde el sentimiento y la pasión con los otros, aún siendo desconocidos. En la cancha somos todos iguales, no hay ricos ni pobres, sino personas que se unen por el deseo de alentar a su equipo para que gane. Por todo esto me parece que hay que cuidar al fútbol argentino y no llevarlo hacia un lugar que no pertenece.
Santiago Menu
Para mí, que tengo 13 años, el fútbol y más aún ir a la cancha, son las cosas que más me gustan. Lo prefiero más que a cualquier cosa. Cuando mi viejo me propone ir a la cancha, al principio siento un gran nerviosismo y a la vez una gran satisfacción por ir a ver al club de mis amores, Arsenal.
Arsenal es un club muy chico, del barrio de Sarandí, que está en la primera división del fútbol argentino. Yo me hice hincha porque mi abuelo tenía una fábrica por el barrio y mi viejo iba muy seguido a la cancha de Arsenal porque quedaba a unas pocas cuadras. Entonces cuando nací él me hizo de Arse. A la cancha voy con banderas, camisetas, y muchas otras cosas más.
Cuando subimos al auto con mi viejo ponemos la radio y nos vamos informando sobre otros resultados. Por cábala siempre hacemos el mismo camino. Cuanto más nos acercamos a la cancha más nervioso me pongo.
A veces llevamos a un amigo de mi papá que también es hincha de Arsenal. Estacionamos el auto en el estacionamiento del club y siempre está la misma persona para cuidarlo.
Sacamos las entradas (a veces no porque somos socios) y antes de entrar a la cancha compramos unos maníes en un puestito de la calle que vende un viejo.
Cuando entro a la cancha siento unos cosquilleos en la panza que no puedo describir. Generalmente, Arsenal no es un equipo de llevar mucha gente a su estadio porque, como había dicho antes, no es muy conocido.
Cuando salen los equipos siento el doble de nervios que tenía en el auto, pero también mucha alegría de poder verlos jugar. Durante el transcurso del partido, me cuenta mi papá, que según el resultado es como tengo la cara: si Arsenal va ganando la sonrisa es de oreja a oreja, pero si va perdiendo tengo muy mala cara.
Después del partido, con mi papá y con su amigo conversamos sobre cómo jugó el equipo y muchas otras cosas más que me interesan. Entonces llevamos al amigo de mi papá a su casa y al bajar del auto hace un grito que es habitual cuando vamos a la cancha: “Vamos el arse”, y con mi papá nos reímos. Después vamos a mi casa y comemos algo.
Todo esto que yo les cuento es lo que me pasa con el fútbol y más aún, con Arsenal. Lo que yo pienso es que hoy el fútbol es unos de las pocas cosas que les permiten a las personas tener sentimientos sobre algo. En un mundo en donde se vive vertiginosamente, en donde parar y disfrutar es un lujo que cada vez menos personas pueden darse, en donde la gente piensa más en sí mismo que en forma colectiva, el fútbol te une desde el sentimiento y la pasión con los otros, aún siendo desconocidos. En la cancha somos todos iguales, no hay ricos ni pobres, sino personas que se unen por el deseo de alentar a su equipo para que gane. Por todo esto me parece que hay que cuidar al fútbol argentino y no llevarlo hacia un lugar que no pertenece.
Santiago Menu
1 comentario:
eso de que en la cancha no hay pobres ni ricos es una falacia, una estrategia mas de dominacion biopolitica. A mi me encantata ir a la cancha pero es mentira que alli no haya lucha de clases
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